sábado, 27 de marzo de 2010

Ensalada templada de verduras y fiambre de mano de cerdo

Para esta ensalada templada necesitaremos verduras, la selección al gusto de cada uno, yo he puesto col rizada, lombarda, vainas y las que no están en la fotografía: endivia, puerro cortado en hilos y una marinada de pimientos del piquillo.

Las verduras se trocean y se cuecen al gusto de cada cual, a mi me gusta que queden al dente.
 Como posteriormente las tenía que transportar al lugar donde íbamos a tener la comida, las envasé con una cucharada de vinagreta a base de aceite de oliva virgen extra, vinagre de Jerez, pimienta negra recién molida y mostaza, esta vinagreta, así mismo, servirá para dar el toque final a toda la ensalada. La vinagreta la he realizado 3 partes de aceite, 1 parte de vinagre, 1/2 parte de mostaza y la sal y pimienta al gusto. Los pimientos del piquillo también los marino con esta vinagreta. También cocí un par de patatas grandes para cortar unos discos que sirvieran de base a la ensalada.
 Al tener todo en bolsas de plástico, susceptibles de poder ponerlas en agua caliente, las puse a calentar por inmersión. El fiambre de pata de cerdo se corta en rodajas y se templan levemente, (lo hice con el soplete de cocina), las verduras terminaran de darles la temperatura adecuada.
Para montar los platos utilizaremos aros de cocina, que sean aproximadamente del diámetro del rulo de fiambre. Comenzamos poniendo un disco de patata cocida, encima un disco de fiambre, luego algo de lombarda, col rizada, endibia, pimiento, otro trozo de fiambre y como remate en esta, los hilos de puerro fritos, (las capas se ponen al gusto del oficiante). Con estos hilos de puerro hay que tener cuidado, ya que cuando están rubios hay que sacarlos de inmediato del la sartén, pues del rubio al negro pasan en un abrir y cerrar de ojos. El plato se adorna con unos brotes de cebolla y un cordón de vinagreta.
 Otra presentación, sin cabello de puerro, a un comensal no le gusta esta liliácea.
Nota:
Ha esta ensalada le di un toque de "efectos especiales" y en su interior puse un trocito de hielo seco y uno de los platos llegó a la mesa envuelto en una niebla. Como no le puse mucho hielo seco, a propósito, pues no quería que por equivocación se metiese un trocito de este hielo en la boca que le produciría una leve quemadura en la lengua, así que la niebla fue muy fugaz.
Como mi amigo Luis me suministró un buen tocho de hielo seco, tuve el suficiente para hacerles una demostración, a los que no lo conocían, con una leche merengada humeante.

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