Esta es una preparación que se oficia de vez en cuando en mi cocina, aunque la suelo denominar huevos carlistas.
Comenzamos cascando los huevos, uno a uno y lo ponemos en una taza de las de café,
Una vez el aceite bien caliente, lo mismo que el aro,
ponemos el huevo y lo freímos.
Los vamos poniendo sobre un papel absorbente para quitar el exceso de aceite, ya que si este es mucho la bechamel no se adherirá bien. Si se quiere tener menos grasa, los huevos se pueden escalfar en agua hirviendo con unas gotas de vinagre.
La bechamel la hacemos al uso, comenzando con una roux, para la que empleo mantequilla y AOVE TpT y la harina que absorba la grasa,
y se nos forme una pasta,
añadimos la leche, la sal correspondiente y vamos moviendo con el batidor de alambre para que no se formen grumos.
Una vez la bechamel haya cocido y no tenga gusto a harina, le hallamos añadido un poco de nuez moscada y tenga la textura adecuada para poder manipularla y freírla posteriormente, damos por terminada esta salsa y
ponemos sobre un plato porciones extendidas,
encima los huevos y
los encapotamos con bechamel.
Una vez fría la bechamel pasamos los huevos por harina y huevo batido, si se quiere tambien se pueden pasar por pan rallado.
Los freímos hasta que queden dorados. Al sacarlos de la sartén los ponemos sobre papel absorbente
Como guarnición les va muy bien salsa de tomate y unos pimientos del piquillo.
El emplatado queda como en la fotografía. Sobre una cama de tomate se pone el huevo, encima le ponemos la txapela roja (pimiento rojo) y como toque final un cordón de jarabe de vinagre de Módena.
Como observaran en la fotografía al cortar la “croqueta” la yema líquida contenida en su interior se desparrama por el plato.
Notas
El tamaño de los huevos es mejor que sean pequeños, de pollita.
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