Hace años, legislaban cosas tales como la prohibición de que en los restaurantes en los que se ofrecían platos de huevos no se sirvieran más de uno, la institución del día sin postre o la del plato único, se hacían consideraciones puntuales de la suerte de comer algo que se consideraba excelente, aunque fueran unas simples sopas de ajo, bien condimentadas y sabrosas y que, en ese momento, el afortunado se preguntase —para llegar a la conclusión de la imposibilidad de mejorar su suerte— ¿Qué comerá un rey?, ¿Qué comerá un presidente de la república?, ¿Qué comerá un multimillonario? Y él que estas preguntas se hacía, era nada menos que Azorín.
Así que por decreto se implantó en los restaurantes el día que debían de servir el "Plato Único" que se cobraba a un precio superior a lo que hubiese sido normal en el restaurante y la diferencia se ingresaba para paliar las escasez de alimentos que sufría la población, más o menos.
Hecha la ley hecha la trampa, dice el dicho popular, así que con el
plato único creo que nacieron los platos combinados, un plato sí pero en él
venía lo que se hubiese comido en dos o tres platos habituales.
Así que este ha sido mi "plato único", en el tenemos una ensalada, un entrecot con pimientos fritos y unos huevos de gallina araucana sobre esparragos fritos, que con un poco de fruta, no he implantado en casa el día sin postre, por lo tanto parodiando a mi homólogo Marco Gavius Apicius, "Apicius come en casa de Apicius", ya que me quede solo y me oficié lo que me apetecía tomar viendo la F1 de Mónaco ante la TV.
Buena cuenta de como he realizado estos sencillos preparados los tendrán ustedes en breve.